Desde hace tiempo vengo observando
el fenómeno “Vintage”. Revistas de moda, fashion bloggers y personal shoppers hablan
constantemente tanto del vintage como del estilo retro. Los expertos en
tendencias aseguran que se trata de algo así como una nostalgia proyectada
creativamente para aliviar el estrés psíquico y emocional que nos causa esta
era de fría tecnología.
Avanzamos desbocados hacia un
futuro que corre más deprisa que nosotros. Las nuevas tecnologías nos persiguen
como una apisonadora. La obsolescencia programada es un hecho. Las cosas ya no
se hacen para perdurar en el tiempo sino para capturar el instante y eso puede llegar a ser realmente agotador.
Ya no coleccionamos cosas, sino
momentos…y los momentos se suceden unos a otros tan rápido que nos da la
sensación de que la vida nos vive a nosotros en lugar de nosotros a ella. Es entonces cuando un pasado sin Internet, sin
móviles, sin doscientos canales de televisión, sin iPod, sin Mp3, sin Whatsapp,
sin Facebook…nos parece un lugar en el que la vida no pasaba como un tren sin
parada.
Aunque no creo que sea cierto
aquello de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, reconozco que me gusta la estética
vintage y veo algo positivo en esta tendencia retrospectiva. En nuestra
memoria, tendemos a exponer en vitrinas de escaparate los malos momentos del
pasado como si fueran trofeos. Muchas veces, damos una importancia desmesurada
a lo que pasó y nos hizo daño, dejando que empañe todo nuestro pasado. Acabamos
dejando en el desván de nuestra mente, metidos en un baúl lleno de polvo, los
momentos felices del pasado. Y eso no es ni justo ni sano. Por eso, me gusta
hablar de la “actitud vintage”, porque es la actitud que te permite subir al desván
y rescatar del viejo baúl todo aquello que en su día fue hermoso, te dio
felicidad o te alegró la existencia. Es la actitud de rescatar todo aquello que
merece la pena rescatar y colocar en la vitrina, bien expuesto para que no se
nos olvide, mientras lanzamos a la papelera más cercana todo aquel trofeo obsoleto
que nos permite seguir siendo víctimas de algo o de alguien.
A veces, es necesario mirar
atrás, sin pena, con una nostalgia creativa que nos permita cambiar el enfoque
cuando éste se ha vuelto demasiado pesimista: donde hubo, siempre queda. Donde
hubo sueños, ilusiones y felicidad, siempre queda….Recuperemos entonces esos
momentos para seguir creándolos en el presente y en el futuro. Volver la vista
atrás no es retroceder: si es para salvar del olvido algo que merecía ser
devuelto al recuerdo, jamás será perder el tiempo. Puede que ese alto en el
camino te haga llegar un poco más tarde de lo previsto a tu meta…pero llegarás
mucho más sabio y habiendo disfrutado del trayecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario