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domingo, 16 de septiembre de 2012

En un lugar del planeta de cuyo nombre...
sí quiero acordarme



Nadie llega a la isla de Tenerife por casualidad. Bueno, en realidad, nadie llega a ninguna parte por casualidad, pero existen lugares en los que la fuerza del destino parece retumbar en los corazones. Son lugares que actúan como gigantescos amplificadores, como catalizadores de ilusiones, de sueños…y de pesadillas. Tenerife es uno de esos lugares. No se puede esperar menos de una tierra regida por un majestuoso volcán que reside en el centro de la isla y que presume de nombre: Teide, castellanización del vocablo guanche ‘Echeyde’: boca del infierno, o también: morada del maligno.

Poco importa la traducción exacta, todas hablan de lo mismo: del terror que provoca enfrentarse a la imponente belleza destructora de un paraíso con entrañas de fuego. El pico más alto esconde el abismo más oscuro. Ese es el misterio del Teide, nuestro propio descubrimiento. No hay luz sin sombra. No hay sombra sin luz. Por eso Tenerife, esconde el secreto de la resurrección: la capacidad del ser humano para reinventarse a sí mismo, resurgiendo de sus  propias cenizas. Tal vez sea ese el secreto del Grial: reconocer nuestra propia divinidad. Reconocer nuestro propio vórtice interior, ese desde el cual podemos llegar hasta lo más alto o adentrarnos en lo más profundo. Todos llevamos un "Teide" dentro. Por eso, cuando pones un pie en la isla de la ‘montaña blanca’, estás dando un paso hacia la boca del infierno para reencontrarte contigo mismo en el paraíso.

Tal día como hoy, hace diez años…aterricé es esta tierra con un par de maletas: una cargada de ilusiones y la otra de incertidumbres. No podía imaginar lo bien y lo mal que lo iba a pasar. No podía imaginar las “pruebas de fuego” que me esperaban ni los regalos que iba a recibir. Sigo con las mismas maletas, una década después, aunque las ilusiones y las incertidumbres que llevo dentro son bien distintas… Sin embargo, una de mis grandes certezas ahora, es que Tenerife formará siempre parte de mi historia, y aquellas personas que han compartido y/o comparten el camino conmigo en esta “afortunada” isla, están y estarán siempre archivadas en mi cerebelo…y en mi corazón.

Gracias a los que me recibisteis y me acogisteis con sinceridad, respeto y cariño. Algunos ya no estáis…pero vuestro recuerdo me acompañará siempre. Gracias a los que me brindasteis vuestro apoyo cuando las circunstancias eran difíciles. Gracias a los que siempre estáis…para todo. Gracias a los que habéis compartido inquietudes… y a los que simplemente pasasteis para compartir unas risas. Gracias a los que me habéis enseñado tantas cosas que yo desconocía. Gracias a todos y cada uno de vosotros. Vuestra presencia en mi camino ha sido y es un honor y un regalo.