A propósito de Lola
“Tu nivel más alto de ignorancia es cuando rechazas
algo de lo cual no sabes nada”
Wayne Dyer
“Me llamo Lola, tengo 16 años y soy una chica
transexual”. Con esta rotunda frase rompía el silencio esta adolescente canaria en
la rueda de prensa en la que se presentaba, hace unos días, su candidatura como aspirante a Reina del
Carnaval de Las Palmas. Acto seguido, el titular ‘Primera menor transexual
candidata a Reina del Carnaval’ se hizo eco en los medios de comunicación hasta
la saciedad. En tal sólo unos días, han reclamado su presencia periódicos,
revistas, emisoras de radio y canales de televisión convirtiéndola por un
momento fugaz en protagonista de rabiosa actualidad. Y Lola, consciente
del brillo efímero de los focos,
aprovecha cada segundo para reivindicar con una naturalidad asombrosa que viene
a dar la cara por todas las personas que son discriminadas en nuestra sociedad
por el mero hecho de ser diferentes, de responder a patrones no convencionales
o mayoritarios.
Lola
pertenece a una nueva generación que viene a darnos ‘de bofetadas’ hasta que
nuestras conciencias, empeñadas en seguir dormitando en pleno siglo XXI, se
decidan a despertar. Lejos de mostrar un estereotipo siliconado y estrafalario (del que tanto se han servido algunos medios
para desacreditar a todo un colectivo) en Lola hemos visto a una niña dulce,
sonriente, sencilla, estudiante de bachillerato, aspirante a psicóloga y que, a
pesar de su corta edad, se muestra muy capaz de poner en segundo plano las
cuestiones relativas a su cuerpo que puedan ser objeto de morbosa curiosidad. Defiende
su intimidad y deja claro que viene a hablar de inclusión social y de respeto.
Pero,
seamos sinceros: ¿sabemos qué rayos significa ser una persona transexual?
Porque la mayoría los medios de comunicación, en mitad de esta ‘euforia trans’,
vuelven en demasiadas ocasiones a obviar su responsabilidad como ‘educadores’
de la sociedad y, con la inmediatez por excusa…no responden a la primera pregunta
de toda información periodística: el QUÉ. Es decir…de qué estamos hablando
exactamente cuando nos referimos a una persona ‘transexual’.
Buscando
respuestas encontré algo que me pareció realmente fascinante, porque plantea un
desafío para nuestras estructuras mentales, para nuestro sistema de creencias o
paradigma a través del cual hemos visto hasta ahora al ser humano y a la propia
Vida. Una persona transexual no es alguien que nace niño pero se siente niña…o
al revés. Una persona transexual no ‘se hace’ o se convierte una vez nacida. Ya
en el vientre materno, la Naturaleza opta por desarrollar el cuerpo de un ser
humano siguiendo los ‘patrones de diseño’ de un género determinado (masculino o
femenino) mientras que ‘configura’ el cerebro siguiendo la ‘plantilla’ del
género opuesto. Entonces, nace un bebé con un cuerpo masculino y un cerebro
femenino…o al revés. Una combinación fascinante. Preguntarse porqué la
Naturaleza decide hacer tal cosa es cómo preguntarse por qué naces con un
determinado color de pelo o con un lunar en el muslo.
¿Caprichos
de la Naturaleza? No lo creo. Al igual que no creo en el concepto de ‘error’. Me
gustaría decirles a las personas transexuales…y a todas las personas en general
que jamás piensen que su cuerpo es un error o han nacido en el cuerpo
equivocado. Es en todo caso el ser
humano el que comete errores con la Naturaleza. Ella es la propia Vida que
simplemente se expresa en infinitas combinaciones. La transexualidad no es algo
que haya que esconder. Está ahí para decirnos algo: que somos maravillosamente complejos y que todavía nos
quedan muchos misterios por desvelar acerca de nuestra propia naturaleza
humana.
El
injusto rechazo que estas personas han sufrido a lo largo de la historia ya no
tiene sentido. El rechazo a lo desconocido procede del miedo, de una reacción
automática que responde al instinto de supervivencia. Pero hace mucho que, como
especie, desarrollamos nuestro lóbulo frontal, esa parte del cerebro que nos
permite tomar conciencia de nosotros mismos, reflexionar, pensar, discernir…y
ser conscientes de nuestra propia ignorancia.
Al
igual que en la Edad Media podían quemar por bruja a una mujer por el simple hecho
de haber nacido pelirroja…seguimos condenando y ‘quemando’ inocentes en la
hoguera de las redes sociales, por ejemplo. Seguimos sentenciando y condenando
a discriminación en régimen de cadena perpetua a personas inocentes cuyo único ‘pecado’
es ser un desafío para nuestra inteligencia, ser piezas que no encajan en
nuestros rígidos y limitados puzles.
Pero
aquí llega Lola… y la nueva generación: jóvenes, muy jóvenes….pero quizá con un
alma mucho más vieja que la nuestra. Posiblemente sean ellos los maestros y nosotros
los aprendices y nos falte humildad para reconocerlo.
Quien
siga rasgándose las vestiduras ante la presencia de la diversidad, que tome asiento
y un buen abanico…porque no llegan buenos tiempos para las mentes estrechas. No
sopla el viento a favor de los corazones cerrados. Los avances en bioquímica,
en psiconeurología, en epigenética…están aportando conclusiones sorprendentes
acerca del ser humano y de la Vida.
Somos milagros en potencia, conciencias creadoras experimentando la increíble
aventura de ser un humano. Así que, bienvenido lo TRANS que se escribe con T de
Tolerancia y le sigue una R de Respeto, una A de Amor y Aceptación, una N de
Naturalidad y una S de Sorprendente.
Bienvenida
la TRANSgresión que TRANSmite un mensaje de TRANSformación.
María
D. Pérez