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lunes, 16 de septiembre de 2013

Corazonadas...





A veces, en el camino de la vida, “tropiezas” con algo extraordinario. Algo que te atrapa por su energía, por su belleza, por la magia que desprende… pero, en lugar de aceptar “el regalo”, disfrutarlo y agradecerlo; en lugar de permitir que entre en escena el corazón, que es el verdadero responsable del hallazgo, y dejar que tu alma se exprese libremente en el escenario de la vida…optas por llamar a escena a la mente.


Entonces piensas, razonas, analizas…y llegas a conclusiones como: esto no tiene sentido, esto no es posible, esto es demasiado raro, esto no es para mí, esto es complicado, qué pasará si…etc. Y, sin darte cuenta, estás "fastidiando" toda la obra por la que un montón de observadores (almas) anónimos han "pagado" para disfrutar...e incluso para aprender. Sin darte cuenta, estás paralizando el flujo de la vida, estás deteniendo el movimiento de las estrellas, y estás bloqueando tu propia vida, tu propio universo interior. Y todo...sin darte cuenta. 

Pero, el director de la obra lo ha previsto todo y, aunque el Génesis no habla de ello...hubo un octavo día de la Creación, en el que Dios dio vida a los "apuntadores" de sus obras. Tú compruebas la existencia de estos seres, cuando estás en ese escenario, con el personaje equivocado y escuchas un susurro...Puede que al principio no le veas porque te puede cegar la luz del foco que les suele acompañar. Pero la curiosidad seduce a la mente y acabas por ajustar el enfoque hasta que le ves: el “apuntador” (con alas, siempre llevan alas, aunque no las veas a la primera) te sonríe desde un discreto rincón... y  te recuerda el guión: “¡Eh! Mente fuera….esta escena es del corazón ¿no te acuerdas?”. Y tú…empiezas a recordar y tomas lo que sabes que te pertenece y lo empiezas a disfrutar, el tiempo que sea necesario, y simplemente aceptas, agradeces….y comienzas a hacer de tu mente, un lugar más acogedor para tu alma.