"Del lado del verano":
La historia de un eslabón abierto
Ser peninsular en Canarias es un “sambenito”
que acabas por asumir, aceptar, asimilar, digerir y…viendo películas como la
que acabo de ver esta tarde, diría que se puede hasta llegar a “degustar”.
Después de once años en esta bendita tierra, me alegra saber que una culpa tan
grande…no podía ser toda mía.
“Del lado del verano”, es una tragicomedia en la
que Antonia San Juan…me da la razón: la idiosincrasia canaria es, como el patio
de mi casa: muy particular. Si bien el mundo de las controversias familiares
que refleja la película, se podría extrapolar a cualquier rincón español (la
hipocresía, las eternas contiendas entre suegras, nueras y cuñadas...etc.), sí
hay algo genuinamente canario que, bajo mi punto de vista, queda reflejado a la perfección en esta
película: yo lo llamo el “aquí no pasa nada”. Se trata de una actitud estoica
ante un problema o situación conflictiva que, a pesar de ser algo imposible de
negar y evidente…se niega con la frialdad de un tempano de hielo. Es una
especie de pánico a parecer débil o vulnerable. Es terror a que dé la más
mínima impresión de que algo se te escapa de las manos, algo te afecta o te
duele en lo más profundo de tus entrañas o existe alguna cosa en tu vida que,
sencillamente, no controlas. Por eso, se puede preguntar la receta de las
croquetas de calabacín mientras contemplas a tu hermano muerto en la cama del hospital
o, finges que te preocupa poner el colchón de la cama de tu cuarto “del lado
del verano” cuando te acaban de dar la noticia de que tu marido ha fallecido.
Confieso que esa actitud me ha desbordado en más de una ocasión. Sin embargo,
agradezco a las islas afortunadas el reto que me ha supuesto poner a prueba mi
capacidad de resiliencia…
Quitando esta pequeña
particularidad, subjetiva por supuesto…el mensaje de la película es universal.
La sentencia de Antonia San Juan me llega al alma: “Solo se puede amar a la
familia cuando te separas de ella”. Me encuentro con muchas personas que se han
sentido o se sienten extrañas en sus lugares de origen, con sus “seres queridos”.
Ovejas negras o perros verdes…o a veces, extraterrestres. Fuera de lugar en
cualquier caso y un denominador común:
una fuerza o impulso irrefrenable de salir de dónde se está. Es la teoría del eslabón
abierto…y en todo árbol genealógico siempre hay uno o más.
Si eres uno de esos
eslabones abiertos de la cadena…enhorabuena,
te tocó romper esquemas y superar viejos patrones genéticos. Respira hondo,
ponte el cinturón y prepárate para las turbulencias del viaje. Si consigues llegar
a tu destino, habrás cambiado el juego por completo porque, como dicen al
comienzo de la película: “una sola pieza, modifica todo el tablero”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario