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viernes, 1 de junio de 2012

"Lo que cuenta es la intención":
Primer Mandamiento del Terrorismo Psicológico



El otro día recibí uno de esos doscientos mil millones de correos electrónicos que te desean toda la felicidad del mundo pero que si no lo reenvías a tropecientas personas un rayo maléfico caerá sobre ti y tu vida será un infierno por siempre jamás. En este mensaje en concreto, se me rogaba encarecidamente que no rompiera la ‘cadena de amor’ o…me quedarían 7 días de vida. De esto hace ya un par de semanas…

Cuando me llega una de estas ‘buenas intenciones virtuales’, suelen pasar dos cosas: que vayan directamente al ciberespacio,  vía papelera de reciclaje o que vayan directamente a quien me la envió con una notita en la que se ruega que impriman su ‘cadena de terrorismo postal’, la enrollen cuidadosamente y se la introduzcan por el orifico corporal que  más les apetezca.

Y es que el planeta está plagado de gente con ‘buenas intenciones’ y aprovechan la Red para emborronar la línea que separa las verdades como templos de las trolas como catedrales.

Pero, pensándolo bien, no hace falta ser usuario de Internet para poder dar fe y testimonio de lo malvadas que pueden llegar a ser las ‘buenas intenciones’.

¿Quién no ha metido la pata hasta el pescuezo y después se ha excusado con la  choteada frase  de “pero si lo hice con la mejor intención”?

Existen frases que por viejas creemos que son verdades y las usamos inconscientemente como dogmas de fe. Afirmaciones como ‘lo que cuenta es la intención’ (primer mandamiento del Terrorismo Psicológico), son utilizadas como escudo protector frente a cualquier tipo de responsabilidad y eso, sencillamente…no vale.

En nuestro día a día cuenta la intención y cuenta el resultado, pero sobre todo cuenta nuestra capacidad de tomar conciencia de lo que hacemos y decimos. Es la única manera de aprender y no volver a cometer el mismo error.

Uno de los ‘trajes típicos’ de la falta de reconocimiento de la propia responsabilidad es el de la “ayuda”. A diario nos encontramos con personas afanadas en ayudar a todo el mundo, sin que nadie se lo pida. Estas personas, como Bush, confunden ayudar con invadir… (frase ‘plagiada’ de un capitulo de la serie 7 Vidas) y, normalmente, cuando se empeñan en resolverle la vida a todo el mundo, se olvidan de resolver sus propios asuntos. Eso sí, en  cuanto salta la alarma, no dudan en aferrarse al viejo recurso de las buenas intenciones: “después de todo lo que he hecho por fulanito o menganito,…si todo lo que he hecho ha sido por su bien…” Y entonces, se produce el colmo: el personaje en cuestión no sólo no se percata de su error y su falta de responsabilidad sino que además se cree víctima de una injusticia.

En resumidas cuentas, quizá la próxima vez que alguien tenga la tentación de enviar un e-mail cargado de “buen rollito”, o tenga cualquier otra “buena intención”, deba antes ponerla por escrito…en un rollo de papel higiénico.