Se requiere cierta dosis de locura para emprender el camino
de la vida. Llegamos a este mundo completamente inocentes, ataviados con la herencia de nuestros
ancestros sobre nuestros hombros y con el bastón de nuestra voluntad en la
mano.
Nuestra mano izquierda (conectada con el subconsciente) es
la que sujeta nuestro ‘equipaje’. Ahí guardamos el tesoro con el que llegamos,
el legado, el karma y el dharma que nuestros predecesores nos dejan por
herencia. Serán las ‘cartas’ con las que iniciaremos el juego…este juego ‘de
locos’. Nuestra genética y otros ‘paquetes’ de información viajaran con
nosotros, configurando el archivo que consultaremos cuando necesitemos
respuestas, pero también será el lugar desde el que saldrán muchas preguntas.
Lo que hagamos con nuestro ‘equipaje’, depende únicamente de
nosotros. Por eso viajamos con el báculo en la mano derecha (consciente). No es
un simple cayado, es el cetro de nuestra soberana voluntad. La libertad del
Loco es la libertad de elegir.
Él comienza su camino con el pie izquierdo (inconsciente)
porque echa a andar con el piloto automático. Debe recorrer un tramo de prueba,
hasta que sea consciente de su libre albedrío. Es entonces cuando el Loco se detiene
para experimentar el Arcano de El Mago.
Durante el trayecto, el Loco nunca viaja solo, le acompaña
su lado animal, es decir, su instinto. Aquel que siempre le recuerda el camino
de vuelta a casa.
Cuando el Loco ya se ha iniciado, cuando sabe quién es,
juega al juego de la vida disfrutando…porque sabe que es tan solo un juego y
sabe que puede decidir en todo momento jugar o salir y observar.
El mensaje del Loco es por tanto: “Párate y observa el juego.
Y sé consciente de que eres tú quien decide el siguiente paso”.