Powered By Blogger

martes, 25 de octubre de 2011

¿Porqué justo a mí tenía que tocarme ser yo?

Imagen:www.otratierra.es

Esta pregunta la ponía el genial dibujante Quino en boca de Felipe, gran amigo de Mafalda… Y es una gran pregunta, una cuestión que todos, en mayor o menor medida nos hemos planteado alguna vez, sobretodo cuando las cosas no han salido como esperábamos…

“Otra tierra”, es el título de la última película que he visto en el cine. Fue el viernes pasado, justo el mismo día de su estreno en España. A la salida, una vez visionada (que no digerida) la proyección, en mi cabeza había muchas preguntas dignas de algún personaje de Quino. Las posibles respuestas trataban de completarse en mi cabeza (a veces, tengo piezas sueltas de una respuesta, pero no la respuesta entera).

La película de la que hablo es apta para quien guste de proyecciones que le reten a cuestionarme cosas, y prefiera que no le dirijan hacia una respuesta. Personalmente prefiero que me dejen el “campo abierto”, porque en alguna parte leí que las posibilidades son infinitas, y eso resonó en mi interior como cuando sabes que te gusta el chocolate y lo sabes sin que nadie te haya dicho cómo llegar a esa conclusión.

Sin embargo, en mi modesta opinión de espectadora sin la más mínima vocación de crítica cinematográfica, la película queda un poco descompensada: profundiza mucho en el drama humano que plantea (la protagonista comete un “error imperdonable”), pero poco en la gran pregunta que, al fin y al cabo es la que hace honor a su título: ¿y si hubiera otra tierra paralela, con otro yo idéntico a mí? ¿Y si hubiera la posibilidad de viajar hasta ella y conocerme a mí mismo? ¿Habría cometido mi otro yo los mismos errores?  

Pues bien, esta segunda trama queda más bien abierta a la imaginación del espectador. Y está bien. Quizás mi pequeña decepción fue causada por sobrealimentación de expectativas. Al fin y al cabo, el hecho de que pudiera haber otra Tierra y otro yo, me parece algo intrascendente comparado con lo que plantea la ciencia de vanguardia: somos multidimensionales y el universo es más bien un “multiverso” donde todo está pasando a la vez en el infinito mar de las posibilidades.

Pero como decía, no es mi intención hacer de crítica con gafas de pasta. Me quedo con las preguntas que me asaltaron el viernes por la noche: ¿Qué sería más importante para nosotros si nos pudiésemos visitar a nosotros mismos? ¿Comprobar si el otro yo ha cometido los mismos errores? ¿Comprobar si existe la posibilidad de cambiar las cosas que ya sucedieron? Para mi es evidente que si el otro yo no hubiese cometido los mismos errores…entonces no sería yo, por muy idénticas que fuésemos, no seríamos la misma persona.

Sin embargo creo que lo que esconde esta teoría es, por un lado la obsesión por tener otra oportunidad y, por otro lado, experimentar la “auto-observación”. Verse a uno mismo desde fuera es en realidad algo que inconscientemente necesitamos, porque ser el observador, te concede una perspectiva de tu vida y de ti mismo que con total seguridad, te cambia para siempre.

Y para eso, no  nos hace falta una nueva Tierra, sólo una nueva mirada para que todo empiece a cambiar, empezando por nosotros mismos.  Como dice Punset, “la belleza no está en el objeto sino en la mente que lo procesa”.


“Otra Tierra” habla de nuestras obsesiones ante los errores cometidos, ante la impotencia que se siente al ver que en una “mala” decisión o un mínimo acto inconsciente se produce una cadena de acontecimientos que terminan por cambiar la vida de muchas personas, a veces más de las que podemos soportar.

Pero ¿hasta qué punto cambiarían las cosas si se nos concediera una segunda oportunidad para hacerlas de otro modo? Me viene a la memoria otra película: La máquina del tiempo (Simon Wells, 2002). En ella el protagonista intenta varias veces viajar en el tiempo para tratar de evitar la muerte de su prometida, pero nunca lo consigue. Sólo cambia el modo en el que ella muere, pero siempre muere el mismo día y a la misma hora que la primera vez.


Un planteamiento interesante, ¿no?
Como humanos nos cuesta creer que algo tan importante de nuestra vida como es nuestra muerte, sea algo sometido a un hecho fortuito. Pensar que estamos expuestos al azar es bastante insoportable. Pero hay algo, que no sé si es un sexto sentido o simplemente sentido común, que nos dice que, aunque forjamos nuestro destino con nuestras acciones (hijas, dicho sea de paso, de nuestros pensamientos) hay una parte del guión que parece estar escrita y que hagamos lo que hagamos, no conseguiremos evitarla. En fin, esto daría para otro “post” (¿se dice así? Es que soy nueva en esto de “bloggear”).

Volviendo al hilo del primer ovillo…me llama la atención otra “preocupación” que refleja la película: la irremediable curiosidad por contactar con seres que habitan en otros planetas. Me pregunto si esa preocupación no estará relacionada también con nuestro ego…y sino os recuerdo de nuevo a Mafalda, en aquella imprescindible viñeta en la que exclamada enfadadísima, tras haber leído en un periódico la noticia de avistamientos de platillos volantes: “¡Y porqué habiendo mundos más evolucionados…yo tenia que nacer en este!”

2 comentarios:

  1. tienes q leer el cuento "el jardín de los senderos que se bifurcan" de jorge luis borges, besos!

    ResponderEliminar
  2. ¡Tomo nota, amigo! Muchas gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar