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domingo, 21 de junio de 2015

Tres pisos no bastan…



El odio es el amor sin los datos suficientes (Richard Bach)

El amor y el odio no son ciegos. Están cegados por el fuego que llevan dentro (F. Nietzche)


Hoy me desperté y me encontré con ella: la tristeza

Me levanté, caminé hasta el baño y, al otro lado del espejo, me esperaba él: el vacío

Desayuné algo, más bien poco…aunque aderezado en exceso por varias cucharadas de nostalgia…rozando la sobredosis.

Salí al balcón y miré el hueco que ocupó un día ‘Margarita’: florida maceta de vivos (e hipócritas) colores que anunciaban la muerte de una esperanza recién nacida en mí.

Una esperanza ‘bebé’ a la que apenas se le concedió el tiempo de gatear por mi vida.

Miré al vacío y me pregunté si la altura sería suficiente…pero creo que tres pisos no bastan para salir del juego.

No me puedo arriesgar, aunque me sobren las ganas.

Agarré a mi tristeza por el cuello y la obligué a escupir.

Y escupió:

Hoy no valoro mi vida.

Hoy no me gusta estar viviendo.

Hoy no me parece que la vida sea bella.

Hoy me siento ‘castigada’ a seguir con vida…

Hoy te odio…por haberme encontrado.

Y al escucharla, hice míos los versos de un poema que leí hace un tiempo (*):

“Te condeno,

A que me eches de menos,

A que recuerdes nuestros días,

a que recuerdes nuestras noches.

Te condeno,

A que nunca más puedas volver a besar sin pensar en mí.

(…) Te echo de menos y esta es mi sentencia”.

Hoy, no han hecho falta tres pisos para que me sienta muerta y enterrada.

Hoy te odio como el poeta Luis Ramiro…porque hoy te odio como nunca quise a nadie.

Lyro




(*) Robert Barber (24 horas: regreso a la Tierra)

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